E.E.I. Cigüeña María

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La música es un lenguaje, por tanto, un medio de comunicación. Tanto el ritmo como el sentido musical surgen espontáneamente en los niños. Las actividades musicales en estas edades se basarán, fundamentalmente, en el juego y la libre expresión, pero una determinada organización de estas actividades, de las experiencias y juegos musicales que se propongan a los niños les facilitará el acercamiento al mundo de los sonidos y será la base de la educación musical.

Para abordar mejor la enseñanza de la música, distinguimos dos puntos de vista muy generales:

EL SONIDO: se refiere tanto a la canción como al material sonoro, a las cualidades tímbricas y a las posibilidades que hay de obtener efectos sonoros. 

EL RITMO: íntimamente ligado al movimiento y al descubrimiento del propio cuerpo.

La misión del educador respecto a la música en los más pequeños:

Sonidos

  • Provocar la atención de los niños hacia los sonidos que se perciben y a su identificación.

    Buscar sonidos con los niños: ir al cuarto de baño, al jardín, a la cocina, al rincón de naturaleza....

  • Provocar diferentes sonidos: al contar un cuento cambiando de voces, utilizando instrumentos, imitando con sencillos instrumentos hechos con cajitas, botes de yogur,,,,el sonido de la lluvia, el tren, el viento, el caballo, buscar los “ sonidos escondidos” en los objetos.

  • Poner a su alcance material sonoro para que ellos mismos produzcan sonidos.

  • Llamar su atención sobre el silencio, trabajarlo.

Rimas y Canciones
Sobre todo en los más pequeños que se refieran a actividades e intereses concretos de los niños: arrullos para dormir y consolar, canciones que hablan de las manos, para balancearse...Sobre todo rimas y canciones tradicionales que acompañan al niño en el descubrimiento de su cuerpo.

Las rimas, las poesías, atraen por la regularidad de sus versos. Son el primer acercamiento a la música. 

Las canciones, unen tanto aspectos melódicos como rítmicos.

Ritmo:
El ritmo está presente en el mismo movimiento.  Algunos de los movimientos espontáneos del niño, son cadenciosos, como el balanceo y la marcha, entre otros. Con el tiempo estos ritmos espontáneos se harán más precisos y los niños desarrollarán la capacidad  de anticiparse al estímulo que desencadene su respuesta rítmica.
En las formas rítmicas hay dos componentes: la periodicidad y la estructuración. La regularidad en el ritmo, tiene como consecuencia la inducción al movimiento o a esbozos de movimiento, y la tendencia a socializar la repuesta. 

Favorecer el movimiento, el juego con el cuerpo, para acercar ala niño al mundo rítmico: andar al ritmo de lo que se oye, dar palmas, hacer gestos, balancearse, “ bailar”, agitar una sonaja, golpear un pandero....

En los niños más mayores de este tramo de edad, cuando caminen y salten cómodamente, incorporar algunos esquemas rítmicos básicos, por ejemplo el pulso,    a partir de su reconocimiento  en los movimientos cotidianos de la marcha o la carrera. 

Audiciones: para favorecer el gusto por la música, el placer de escucharla. En estas edades hay que seleccionar fragmentos  cortos y “fáciles”, y apoyarlos con imágenes para motivar la atención: sombras, marionetas, objetos móviles...